FUNDAMENTOS HUMANOS

Ante los atentados contra el interés o el derecho que las personas tienen, a que se respete su existencia material (desde el comienzo de la misma y hasta su muerte natural), está siendo desconocido no sólo por los delincuentes, sino también propiciada por algunas autoridades de organismos gubernamentales, como así también desde la docencia universitaria (especialmente la penal al promover la legalización del crimen del aborto) y aún la magistratura judicial (criterio amplio o laxo en la interpretación de las denominadas causas absolutorias de honor).
Tales enseñanzas y fallos judiciales concluyen señalando que el derecho a la vida no es absoluto, en clara contradicción con el Sistema Internacional de Derechos Humanos, con el ordenamiento jurídico argentino de orden interno y con importantes precedentes de la misma CSJN, y excluyendo de la aplicación del principio in dubio pro homine a la persona por nacer y sus derechos, al asumir una interpretación del ordenamiento que contradice dicho principio concluyendo en la negación de la vigencia real del derecho a la vida del niño por nacer.
Asimismo, establecen un arbitrario orden de prelación entre Derechos Humanos, admitiendo que no todos los concebidos son “iguales” y por tanto no son merecedores de los mismos derechos. Ello implica una clara discriminación según sea el origen de la concepción y la creación de distintas categorías de habitantes, justificando la eliminación de las personas por nacer, pisoteando su intrínseca dignidad e inviolabilidad inherente por el sólo hecho de ser seres humanos y resultando así no respetados como fin en sí mismos.
Desconocen, además, el respeto por la denominada “objeción de conciencia institucional”, que protege a las instituciones que, en virtud de su ideario, tienen una cosmovisión que les impide llevar a delante una práctica que afecta el derecho a la vida.
Teniendo en cuenta que, con tales criterios erróneos, se puede llegar a extender la causal de inimputabilidad a cualquier caso, con graves consecuencias.
Sabe VE que la mayor responsabilidad del Estado y los miembros de esa Cámara y de esa Legislatura provincial que preside VE, son quienes tienen la grave carga constitucional de velar por que se respete el derecho a la vida de todos los habitantes, con independencia del origen de la concepción.
 
1. El derecho a la vida es el derecho humano fundamental y base de los demás derechos humanos, y como tal debe ser asegurado y protegido en forma igualitaria para toda persona desde el momento de su concepción y hasta la muerte natural.
2. El derecho a la vida, como todos los derechos humanos fundamentales corresponden a todo ser humano por su sola condición de tal, y están en una relación inescindible con la dignidad humana que nos hace iguales en el goce y titularidad de los mismos.
3. Los derechos humanos esenciales, y entre ellos, el derecho a la vida son irrenunciables e innegociables, en tanto su violación atenta contra la esencia misma del ser humano.
4. La dignidad humana, inherente a toda persona, no puede ser arrebatada por nadie bajo ninguna circunstancia, y es independiente de las circunstancias que rodean a la persona. Su entidad no depende de la persona ni varia conforme la edad, condición social, raza, religión, etc.
5. EN POS DE PROMOVER una sociedad Argentina más humana:
 
El aborto es una agresión y no una ayuda a la mujer.
El aborto es una nueva forma de violencia contra la mujer y un signo de deshumanización de la sociedad.
Nuestra visión es más humana: para proteger a la madre, hay que salvar a las dos vidas.
LAS DOS VIDAS IMPORTAN, PUES AMBAS TIENEN EL MISMO VALOR Y DIGNIDAD.
Si esta visión inhumana del aborto que desestima la ciencia y la experiencia concreta se proyecta ahora en el resto de la Sociedad Argentina, estaría creando un terrible precedente discriminatorio en el derecho argentino: la creación de dos categorías de personas, las deseadas, a las cuales les asisten todos sus derechos, y las no deseadas, que, al no tener siquiera derecho a la vida, no pueden tener ningún otro derecho.
Lo cierto es que el aborto es una nueva forma de violencia contra la mujer y un signo de deshumanización de la sociedad. La mayoría de las mujeres abortan por presión social, violencia o maltrato psicológico. Promover el aborto no es ayudar a la mujer sino perpetuar la violencia hacia ella.
EL ABORTO MATA UN BEBÉ Y DESTRUYE PSICOLÓGICAMENTE A LA MADRE.
Queremos una verdadera respuesta al drama de violencia hacia la mujer, y sabemos que este no es el camino. Una sociedad democrática debe ofrecer soluciones amparadas en una visión humanitaria, sobre todo ante la cada vez más inhumana situación social que estamos viviendo. En este y en todo caso, el aborto destruye una madre y mata un hijo. Deja una herida en la mujer para toda la vida. Hay una madre y un hijo que proteger. La
solución no tiene opción, es un deber de la sociedad: Para proteger a la madre, hay que salvar a las dos vidas.

 

 

 

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